miércoles, 25 de mayo de 2011

LA POESÍA, UN ARMA CARGADA DE FUTURO, Gabriel Celaya, 4º ESO

Maldigo la poesía concebida como un lujo
cultural por los neutrales
que, lavándose las manos, se desentienden y evaden.
Maldigo la poesía de quien no toma partido hasta mancharse.
(G. Celaya)

Del mismo modo que muchos pensaban que Antonio Machado y Miguel Hernández eran los letristas de Serrat, muchos creían que Celaya lo era de Paco Ibáñez. El legandario recital de 1969 que ofreció el cantautor en el parisino Olimpia, cuando España era una lúgubre y miserable cárcel, tuvo un largo recorrido y sirvió para que muchas personas tomaran contacto con poetas cuya arma era la poesía, "un arma cargada de futuro", como el poema de Celaya.
Los amigos de las efemérides sabrán que este año es de récord en lo que respecta a Celaya, ya que el poeta nació el 18 de marzo de 1911 y murió el 18 de abril de 1991, cien años de su nacimiento y veinte de su muerte.
Su verdadero nombre, Rafael Múgica Celaya, tuvo que esconderlo a sus padres cuando empezó a publicar poesía, por lo que adoptó el pseudónimo de Gabriel Celaya. Rafael se vino a Madrid desde su Euskadi natal para estudiar ingeniería industrial y vivió, cómo no, en ese centro de agitación cultural que fue la Residencia de Estudiantes, por donde pasaron Lorca, Dalí, Buñuel..."Era un sitio fabuloso. Todos éramos libres, pero nos imponíamos un orden. Era fantástico encontrarte en los jardines con Juan Ramón o Unamuno. Es lo que más agradezco a mi padre, que me hubiera llevado a la Residencia de Estudiantes", explicaba el poeta en una entrevista.
En el año de la tragedia hispana, 1926, combatirá el golpe de Estado como voluntario del ejército republicano, siendo capitán de gudaris en Bizkaia. Más tarde ingresaría, de la mano de Semprún, en el PCE, donde militó hasta su muerte. Pero Celaya no es sólo él y así lo contó, "todo lo que soy como poeta y como persona se lo debo a mi mujer", Amparo Gastón, Amparitxu.
La poesía de Celaya se movió con los tiempos, pero nos quedó muy claro para qué era su poesía:

Poesía para el pobre, poesía necesaria
como el pan de cada día,
como el aire que exigimos trece veces por minuto,
para ser y en tanto somos dar un sí que glorifica.

(Artículo de Alfonso Roldán, extraído de la publicación periódica Madrid Sindical, Abril 2011).

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